martes, 27 de diciembre de 2016

El cerebro de una persona adulta



Cada vez más a menudo se cuestionan las políticas sobre la juventud, debido a la existencia de cada vez más evidencias de la continua maduración neurobiológica del cerebro a través de la adolescencia  y la juventud. Esto debería motivar a los neurocientíficos a lidiar con cuestiones centrales como la definición de la maduración del cerebro, cómo cuantificarla y cómo traducir con precisión este conocimiento a un público más amplio.

El doctor Leah H. Somerville expuso el enigma en detalle en un artículo  publicado en la revista Neuron.

El cerebro humano alcanza su volumen adulto a los 10 años, pero las neuronas que lo componen siguen cambiando durante años. Las conexiones entre las neuronas vecinas van disminuyendo mediante una poda selectiva muy activa en la adolescencia, mientras emergen nuevos vínculos entre las áreas más separadas del cerebro.

Eventualmente, esta reorganización se ralentiza, una señal de que el cerebro está madurando. Pero sucede a diferentes ritmos en diferentes partes del cerebro.

La poda en el lóbulo occipital, en la parte posterior del cerebro, disminuye a los 20 años. Sin embargo, en el lóbulo frontal, en la parte frontal del cerebro, se siguen formando nuevos vínculos a los 30 años, y  más allá.



Una resonancia magnética resaltando el lóbulo frontal.
A medida que la gente madura, la remodelación del cerebro se ralentiza,
 pero todavía a los 30 años se siguen formando nuevos vínculos
 en el lóbulo frontal.


A medida que la anatomía del cerebro cambia, su actividad también cambia. En el cerebro de un niño, las regiones vecinas tienden a trabajar juntas. En la edad adulta, las regiones distantes comienzan a actuar en concierto. Los neurocientíficos han especulado que esta armonía a larga distancia permite al cerebro adulto trabajar más eficientemente y procesar más información.

Pero el desarrollo de estas redes sigue siendo misterioso, y aún no está claro cómo influyen en el comportamiento. Los investigadores han encontrado que algunos niños  tienen redes neurales que parecen como si pertenecen a un adulto. Pero todavía son sólo niños.

Los adolescentes puntúan tan bien como los adultos en las pruebas de cognición, por ejemplo. Pero si a estos adolescentes se les somete a una fuerte carga emocional, sus puntuaciones pueden desplomarse. El problema parece estar en  que los adolescentes todavía no han desarrollado un sistema cerebral fuerte que mantenga las emociones bajo control. Y ese sistema puede tomar un tiempo sorprendentemente largo para madurar.



Relación entre el volumen cortical y la edad, y
Edad estimada del desarrollo del cerebro:
Cerebro completo, Frontal, Parietal, Occipital,
según la conectividad fMRI (azul), el grosor cortical (verde)
 y la anisotropía fraccional (amarillo).



Los autores de este trabajo de investigación seleccionaron  a un grupo de individuos de entre 18 y 21 años de edad. Estos individuos ya están catalogados por la sociedad como legalmente adultos, pero su maduración neurobiológica es incompleta desde cualquier métrica que se proponga.

A estos individuos se les pidió que se introdujeran en un escáner fMRI y miraran a un monitor. Se les indicó que presionaran un botón cada vez que se les mostraran caras con cierta expresión, felices en algunas pruebas, asustadas o neutrales en otras. Y en algunos casos, los participantes sabían que podrían oír un ruido fuerte y chirriante al final de la prueba.

En las pruebas sin el ruido, los sujetos que estaban siendo investigados lo hicieron tan bien como el grupo de personas de control, formado por individuos que tenían en torno a 25 años. Pero cuando en la prueba se introducía una distorsión emocional, como la que producía un sonido fuerte y chirriante, los sujetos investigados puntuaban peor en las pruebas que realizaban.

Las exploraciones cerebrales de los individuos que participaban en el experimento revelaron que las regiones del cerebro en las que se procesa la emoción se mostraban inusualmente activas, mientras que las áreas dedicadas a mantener esas emociones bajo control se mostraban  débiles. Es decir, estos jóvenes estaban más cerca de la adolescencia que de la adultez.

Lo que parecían sugerir estos resultados era que la maduración del cerebro estaba demostrando ser un proceso largo y complicado sin hitos obvios. Si la pregunta es, cuando un cerebro medio alcanza el umbral de la madurez, la respuesta estaría entre 30 años y nunca.

 Estos estudios recientes podrían ayudar a los poderes públicos en su toma de decisiones. Los Tribunales de Justicia, por ejemplo, podrían tener en cuenta la poderosa influencia de las emociones en los adolescentes e incluso en aquellas personas que se encuentran en la década de los 20. Por otra parte, se podría estudiar la reducción de  la edad para votar a los 16 años, ya que estos jóvenes son tan buenos en razonamiento lógico como los adultos mayores.

No obstante,  es importante para los científicos obtener una imagen más completa de cómo madura el cerebro. Los investigadores necesitan hacer estudios a gran escala para rastrear su desarrollo de un año a otro hasta bien entrados los 20 años o más.

El desarrollo cerebral es un proceso continuo, sin hitos reseñables y no basta con segregar a las personas con categorías sencillas, como por ejemplo etiquetar a las personas menores de 18 años como niños y a las personas mayores como adultos. Hay que ir mas allá.



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